DIA TRES miércoles 31/03/2010
Ayer a la tarde me llamaron del laboratorio que había que repetir unos estudios, osea hoy miércoles por tercer día consecutivo tuve una cita con los vampiritos. Decidimos ir más tarde, no a las 7 am como veníamos yendo. Me desperté transpirada (los efectos de la cortisona se empiezan a sentir, uno de ellos es transpirar durante el sueño). Me duché, en el medio de la ducha me tuve que sentar para descansar. Pensé en los viejos que se sentirán así varias veces al día. Pensé en lo relativo del tiempo y la distancia: lo que implica caminar una cuadra para mí en estado "normal" y lo que implica ahora. Pensé en que en estos días todo es más lento adentro y afuera de mi cuerpo. Algo me dice: "Pará nena". Y quizás nos cuesta parar para no pararypensar. Estoy entrando en el tercer día de tratamiento con cortisona (2 pastillas de 40 mg/día) pero todavía no se frenó la hemólisis (eso me explicó el médico hoy, que todavía se siguen rompiendo glóbulos por eso tengo que seguir respetando el sr. reposo). Es extraño cerrar los ojos y sentir una batalla campal adentro de tu cuerpo. Tu sistema de defensas enloqueció y ataca a tu sangre, el corazón te lo avisa latiendo más fuerte. Y me queda ponerme la mano en el pecho y calmarlo como diciendo "No te preocupes yo te ayudo"
Entonces me desperté un par de horas más tarde. Prendí el foco y me hice las fotos diarias un par de horas más tarde. Cuando terminé con la sesión y las ví, me dí cuenta de que se había colado un rayo de luz por la ventana que los otros días no estaba (claro, era otra hora). El rayo de luz generaba una sombra en la pared y en mi frente con unas telas que tengo colgadas.
Cómo siempre "el rayo de luz" nos mistifica y pensé: ¡Esto es una señal, hay que esperar un poco más y aparece la luz!
Viendo las fotos: sigo en paleta monocromo.
Salimos con mi compañero al laboratorio en un bati-taxi. En la sala de espera me siento un poco débil y me acuesto en sus rodillas mientras él me acaricia el pelo. Una nena de unos 5 años en la silla de enfrente le dice al padre: "Mirá, se abrazan".
Llega mi turno el "00". Entro y la enfermera de la otra vez me mira y me dice, "¿anemia no?"
Qué observadora.
Salimos al bar de al lado. Cuando entramos siento que me desmayo, busco una silla y apoyo la cabeza en la mesa. Viene rápido la camarera y dice "Traigo una coca rápido, mi novio es médico y dice que es lo mejor"
Me tomo la coca y me hace bien. Después pedimos desayuno. Cuando trae la cuenta me fijo a ver si la coca había sido cortesía de la casa o no. Claro, pienso, es el vaso de agua el que no se le niega a nadie, ¡la coca se vende siempre, loco!
Volvemos a casa, me acuesto para leer y me duermo. El límite entre la vigilia y el sueño está en extinción. Pánico y locura en Las Vegas.
Me despierto y me llama una amiga "Loli, ¿estás? Estoy en la puerta de tu casa"
"Sí, estoy en casa. ¿Pero no deberías estar en el laburo?"
"Ahora te cuento. Me fui a la mierda"
Llega con una caja de alfajores y me cuenta que estaba leyendo mi blog en el laburo y le entró una "fuerza revolucionaria" que, combinada con una actitud injusta de su pseudojefa (le justificaba una orden absurda diciendo que venía de arriba)
culminó en mi amiga yéndose de su trabajo bajo la frase "¡Los militares también respondían a órdenes!"
Mi compañero de lujo trajo un pedazo de vacío (¡mi cuerpo pide carne!) y comimos los tres. Mi casa se llena de souvenirs comestibles.
Llega mi viejo con mi hermanito de un año y cuatro meses. Me frustro cuando quiero levantarlo y no puedo. ¿Pero si hace un par de días podía? Es extraño no reconocerse y a la vez estar en un estado tan "puro" en el que entendés todo. Entendés cómo podés llegar a ser dentro de 60 años. Entendés que el cuerpo manda y que adentro esconde el secreto del infierno y el del paraíso.