viernes, 16 de abril de 2010






DIA DIECINUEVE viernes 16/04/10
Hoy vino temprano mi papá, se trajo su compu para trabajar acá y preparar sus clases. Me contó cómo se habían dado las circunstancias desde que empezó a estudiar medicina hasta terminar siendo psiquiatra de niños especializado en autismo. Me trajo pescadito para que tenga para la semana. 
Hoy ya fui al supermercado sola y me quedo sola en casa también. Ya está, un viaje de la (re)infancia a la adultez en tres semanas. De no poder hacer nada por mi cuenta a hacer todo de nuevo. Listo.
En estas tres semanas vi la cantidad de cosas nuevas que aprendió mi hermanito de 1 año y 3 meses. Tres semanas es muchísimo.
A la tarde estaba trabajando en una foto cuando me llamó una amiga "Loli, acá estoy en lo de mi vieja (vive a una cuadra de acá) y le están arreglando la heladera. ¿querés que le diga que vaya a tu casa? Porque tu heladera no enfría una goma, ¿no?"
"Sí, si, que venga"
Llegó a la  hora y media. Se puso a trabajar, le di un vaso de agua y una taza de café. En la mitad del trabajo me dijo "Gracias, ojalá todos fueran como vos, hay casas en las que ni me hablan, me gusta tu espíritu"
"Gracias"
Me contó que andaba en bicicleta por todo el país. Me empezó a hablar de su alimentación. Me contó que tenía 62 años. Abrí los ojos, parecía físicamente de 40 años. 
"Yo estoy perfecto, claro, cuando voy al médico y todo me da tan bien y les empiezo a contar que es porque me preocupo por la alimentación y el ejercicio y que hablo con los árboles, y me ven los rasgos de indígena me miran como diciendo.. este de qué va"
Sentí que este hombre me podía ayudar y le conté mi situación.
Me empezó a tirar recetas y consejos. Hablaba de los cereales como "el botiquín de la alimentación. "Cuando termines con los corticoides usá la comida como remedio y tomá un poco de sol todos los días, te ayuda a asimilar el calcio, ¿tenés una banana?"
"Sí"
Agarré una banana y la pelé, le dí la mitad y la otra para mi.
Me pidió un cuchillo y raspó los filamentos de la cáscara, los juntó y me los dio, lo puse en la banana y lo comí.
Cuando hice eso ví que sonrió muchísimo.
"Sos muy receptiva, en general se quedan mirando y dudan en comerlo"
Agarró la cáscara de banana y se la pasó por la cara y el pelo, hice lo mismo. 
Y, si si después vas a la farmacia y ves "Crema facial con escencia de papaya" "Crema corporal con delicada fragancia de manzana, almendras y miel" y cuestan más caras que 40 kilos de fruta y encima no te las podés comer.
Me limpié un pedazo de filamento de banana que me había quedado en la punta de la nariz. 
"Si sos así de receptiva vas a salir muy sabia de esto."
"En eso estoy"
Terminó con la heladera, nos agachamos para que me explicara. 
"Esta heladera está mal hace mucho tiempo, tenía tapada las arterias, seguía funcionando no sé cómo. Poco tiempo más y moría. Seguro te dio señales de que algo andaba mal pero vos no las viste. Esperaste hasta que dejara de enfriar para hacer algo."
Y se fue el gurú de la heladera.


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